No si todo esta bien. Claro.

Señal que reclama atención urgente - El Nuevo Dia

Lunes, 17 de octubre de 2005

Por Camile Roldán Soto
End.croldan@elnuevodia.com

Orocovis - Mirada risueña, hablar elocuente, sonrisa de ángel.

Así es como se proyecta Carlos. Demasiado perfecto como para adivinar la angustia que esconde.

A sus escasos 16 años, ha intentado suicidarse tres veces.

“En casa me siento solo, no tengo afecto ni cariño. No me atrevo a pedir la bendición porque otras veces me han rechazado”, confiesa con candidez el joven estudiante de undécimo grado en la escuela José Rojas Cortés, la única superior en Orocovis.

Carlos, nombre ficticio para proteger la verdadera identidad de este adolescente, es uno de los actores de un estremecedor drama de la vida real que, calladamente, está desarrollándose en las entrañas de esta población llamada por muchos “El Corazón de Puerto Rico”: por razones desconocidas, al menos 19 adolescentes entre los 16 y 17 años han intentado quitarse la vida o han manifestado ideas suicidas durante el último año.

Diecinueve es el número de casos que han sido confirmados por las autoridades escolares y de salud, pero se cree que pueden ser más. Todos los que han manifestado este peligroso patrón de conducta estudian en la escuela José Rojas Cortés, que tiene unos 800 estudiantes. Cada uno vive una historia de dolor que le quitado la esperanza y le lleva a pensar que la única salida es atentar contra su vida, justo en la época de la vida en que los adolescentes del mundo labran los sueños de su futuro.

Algunos han intentado suicidarse más de una vez. Casi todos utilizaron pastillas. Otros se abrieron las muñecas con navajas. Varios han estado recluidos en centros hospitalarios. La gran mayoría dijo que su conducta responde a problemas familiares, como en el caso de Carlos.

Pero también hay quienes lidian con problemas de identidad sexual, están inconformes con su apariencia física o batallan condiciones mentales como la depresión, sin recibir la ayuda adecuada.

Hay más casos de féminas que de varones.

Las razones por las que ocurre específicamente en Orocovis no se han precisado, pero el aislamiento de este pueblo lejos de todo, más los altos niveles de pobreza, desempleo y marginación pueden ser parte del problema, según los expertos.

Al percatarse de esta tendencia hace varias semanas, miembros de la facultad de la escuela superior alertaron a la Administración de Servicios de Salud Mental y Contra la Adicción (ASSMCA) y, desde entonces, la dependencia está orientando a maestros, trabajadores sociales, padres y estudiantes, con relación a cómo manejar este fenómeno.

El hallazgo en Orocovis, aunque “alarmante y de emergencia”, no constituye una experiencia nueva para ASSMCA ya que en el pasado han lidiado con situaciones similares en otros pueblos, como Canóvanas.

El doctor Pedro Juan Morales, administrador auxiliar de tratamiento para niños y adolescentes de ASSMCA, destacó que cada caso tiene que ser visto de forma individual, pues hay diferentes factores que pueden causar una situación como la que ocurre hoy en día en Orocovis.

En Puerto Rico no hay estadísticas sobre intentos de suicidio, pero Morales destacó que los centros de ASSMCA ubicados en Mayagüez y Bayamón, a donde acuden pacientes de casi todo el País, recibieron 2,162 visitas durante el pasado año fiscal. De éstas, 475 fueron casos de intento de suicidio. La estadística por división de edad, sexo y población no ha sido recopilada aún.

Aunque la posibilidad de pensar alguna vez en quitarse la vida está latente en todo ser humano a cualquier edad, según el doctor Morales, la adolescencia suele ser un periodo especialmente vulnerable.

Se entiende que para entonces ha culminado el proceso de desarrollo de pensamiento y se tiene la capacidad de evaluarse a uno mismo. Es entonces cuando comienzan las preguntas: quién soy, cuánto me estoy ajustando a mis metas o a las que trazaron para mí, el ideal de belleza, el cuerpo perfecto, etcétera.

A estas se añade el sentir respecto al entorno familiar y tantas otras. Si el joven no tiene las herramientas y el apoyo para enfrentar conflictos internos o experiencias negativas corre el riesgo de entrar en crisis.

Morales indicó que hay cuatro llamados o expresiones principales que llevan a una persona a tener ideas suicidas e intentar quitarse la vida. Estas son: un reclamo poderoso de atención y de ser escuchado, una respuesta de venganza hacia una persona que le ha hecho daño, una expresión de culpa por entender que se ha fallado o se ha violado una regla, por un sentimiento de frustración personal abrumante o un sensación inmensa de vacío y pérdida de gusto por la vida.

En el caso de Carlos, las tres veces que tomó pastillas en exceso lo hizo bajo los efectos de una profunda tristeza por la falta de atención y cariño de su familia, especialmente de su madre.

El detonante en su caso fue una trágica experiencia en el núcleo de su hogar: su hermana menor fue violada por su tío. La familia “se separó más” y la atención de todo el mundo se volcó en la menor. En medio de la confusión que causó este incidente en Carlos, él decidió no tomar partido con nadie, lo que llevó al rechazo de algunos miembros de su familia y de su madre.

Después de su último intento de suicidio, hace menos de un mes - el pasado 29 de septiembre -, el adolescente fue hospitalizado en una institución de servicios de salud mental. Le recetaron Welbutrin, un antidepresivo. Él lo toma a diario, aunque está convencido de lo que realmente necesita para sanar es la atención de su familia.

No conoce cuáles son los efectos secundarios de la píldora, ni visita a un siquiatra o sicólogo hace más de seis meses. Esa última vez visitó a un siquiatra y no le gustó porque en lugar de aconsejarlo, como él hubiera querido, le recetó pastillas. Por eso quiere visitar a un sicólogo, aunque su mamá prefiere al siquiatra.

“Mami dice que tengo cita, pero nunca me lleva”, cuenta Carlos, cuya familia tampoco está recibiendo ningún apoyo para superar la crisis. Sobre su padre, que no vive con él, el joven sólo dice que “es muy seco”.

Una de las preocupaciones mayores del personal de trabajo social en la escuela es, precisamente, que en muchos casos son los padres de los jóvenes quienes están más necesitados de ayuda y no la reciben.

Una maestra del plantel que en su salón hogar tiene a varios de los estudiantes afectados dijo que uno de ellos es criado por su padre, que es esquizofrénico y no recibe atención médica. Otros dos jóvenes viven con sus madres y enfrentan problemáticas que “muy serias y complejas”, sobre las que no reveló detalles.

“No hay terapia familiar”, lamentó la educadora. “Tú puedes tratar de que el tiempo aquí sea lo más agradable posible, pero después se marchan a su casa a vivir lo mismo. Es muy difícil buscarle alternativas a estos jóvenes porque los servicios son muy pobres”, dijo, a punto del llanto, por la impotencia de no poder hacer más por sus estudiantes.

Un asunto que a juicio de médicos y personal de escuela entrevistado agrava la situación es que debido al aislamiento geográfico de Orocovis la atención médica y preventiva que reciben niños y adolescentes es muy pobre.

La privatizadora FHC, proveedora de servicios de salud mental bajo la reforma de salud en esta región, atiende a los pacientes de esta población con un siquiatra para adultos y un sicólogo.

“No tenemos personal capacitado en niños y adolescentes”, apuntó Arleen Colón, coordinadora del centro.

Mientras, las necesidades de los jóvenes orocoveños y sus familias continúan, no tan sólo en cuanto a atención médica se refiere.

“Las cosas no están fáciles (para los adolescentes). Yo quisiera que se hablara del aborto, las relaciones sexuales a temprana edad, el abuso sexual y de drogas, el sida y otras enfermedades sexualmente transmisibles”, planteó una estudiante de grado once que tiene tres amigos que han intentado suicidarse.

Saber la situación por la que están pasando sus compañeros le asombra y entristece. Ha sido testigo de que cuando alguno de sus amigos intentó suicidarse el trato en el hogar cambió “por dos ó tres semanas, pero después volvió a lo mismo”.

Para jóvenes como Carlos, el alivio vendrá sólo cuando se cumpla eso que él desea más que nada en el mundo: “Que cambie el trato de mi mamá y mi familia hacia mí”.
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